Saladella, Peñon y «corda del castell»
Sorteando el riachuelo del aguasal, la senda nos conduce hasta la Penya de l’Àguila: dos ciclópeos bloques de piedra caliza que se levantan imponentes, a semejanza de las Tablas de la Ley que bajara Moisés del Sinaí escritas por el dedo de Dios; o acaso a imitación de un libro abierto donde descifrar los secretos que encierra este enigmático rincón tan grato a la vista. La senda se vuelve ahora empinada y serpenteante, y nos coloca sobre estas impresionantes rocas y a los pies del majestuoso y emblemático Penyó que se afila altivo y vigilante, convertido en símbolo y referencia de los valladinos. El camino bordea las faldas del coloso peñasco y nos conduce por la ladera del Barranc del Pou, estrecho y profundo, dejando al otro lado la Lloma del Pedregal o Solana del Castell y, al borde del precipicio, las ruinas del viejo baluarte musulmán. La senda continúa su ascenso y nos lleva a unos pequeños campos de labranza. Allí el camino se convierte en carril y se divide. Un ramal conduce a la Font d’Arnau y a Els Campellets, y el otro sigue rodeando la ladera y nos sitúa al otro lado de el peñón, donde confluye la rambla de Els Brolladors con Els Clots y el Túnel del Sumidor. Para subir al Penyó hay que hacerlo por su espalda. Su potencia y altivez no consentirían otro acceso para llegar a la cúspide, donde la piedra desnuda se convierte en el ara y el calvario que sustenta la cruz de hierro que levantaron los valladinos en 1949.
Desde el punto de vista geomorfológico, esta zona de interés natural se convierte en un ejemplo típico del paisaje karstico, formado por la presencia de aguas subterráneas permanentes que aparecen en els Brolladors, Túnel del Sumidor y Saladella, para desembocar en el río Cànyoles.
Este karst actúa sobre dos tipos de materiales distintos: las calizas cretácicas y los yesos del keuper, confiriendo al paisaje un carácter muy particular y presentando formas muy típicas, tanto macroscópicas como microscópicas. De este modo, se descubren en esta zona lapiaces, simas, dolinas, sumideros y surgencias, siendo habituales los desplomes y derrumbamientos del terreno, como fácilmente se aprecian en las vertientes del barranco de la Saladella.
De entre estos accidentes geográficos destaca el Túnel del Sumidor, las surgencias de els Brolladors y la Saladella; y las dolinas o depresiones cerradas de forma circular –los conocidos Clots- que se prodigan aguas abajo de els Brolladors; así como otras estructuras macroscópicas, como el Penyó o la Penya de l’Àguila, y numerosas cuevas y cavidades calcáreas.
Mención especial merece la singularidad del medio acuático: las aguas que emergen en las surgencias de els Brolladors son dulces, como también lo son las que discurren por el Túnel del Sumidor; pero, sin embargo, al aflorar a la superficie, a través del manantial de la Saladella, se tornan saladas. Esta salinidad, superior a los 40 gramos por litro, alcanza valores más elevados que el agua del mar, y es debida a la presencia de yesos y de una lámina salina de halita entre el túnel y la fuente.
El término Saladella evolucionó con los siglos a Salaella y, más recientemente, a Saraella, que es como comúnmente es llamado este manantial de agua salada, que da nombre, también, al barranco que la conduce hasta el río, y que no es otra cosa que un diminutivo del adjetivo femenino sustantivizado salada.
El eje hidrográfico formado por els Brolladors, Túnel del Sumidor y Font de la Saladella, posibilita la aparición de una morfología subterránea muy pintoresca, que da lugar a formación de una cavidad de enorme valor espeleológico, no de balde es considerada la cueva más profunda del mundo entre las desarrolladas en yesos.
En palabras de Miguel Ángel Muñoz, “El Túnel del Sumidor es una cavidad que presenta un desnivel provisional de de 205 m, en un recorrido de aproximadamente 1.300 m, lo que la convierte en una de las cavidades más profundas del mundo de las desarrolladas en yesos. La entrada del Túnel se encuentra en una pequeña depresión en la cabecera del barranco del Penyó, junto al propio cauce. La entrada divide al Túnel en dos partes, una aguas arriba y, otra, aguas abajo. El recorrido del río aguas arriba es de unos 500 m, y río abajo alrededor de 800 m. El tramo superior está orientado en dirección SE, y el inferior en dirección NE, siguiendo la corriente del riachuelo. Describiremos la cavidad con detalla, dada la importancias a nivel mundial que tiene esta cavidad…
a) Tramo superior.
Se inicia con un recorrido de unos 50 m con una anchura aproximada de 2’5-4 m y una altura que oscila entre 1’5 y 10 m, estando ocupado por el riachuelo, parcial o totalmente, con una profundidad entre pocos cm y más de 1 m. Al final de este tramo se pueden apreciar procesos de formación de estalagmitas. Continúa con otro de anchura de 3 m y entre 2’5-12 m [de altura]. Al término de este tramo aparecen algunos orificios en el techo de la cavidad que comunican con la Sala Cavanilles. Sigue el Túnel con unos 60 m de aspecto similar al anterior y algo más estrecho (2 m). Lo más importante de este tramo son los numerosos cambios de dirección que presenta. Al final, por la pared izquierda se puede ascender a las salas superiores de la cavidad.
En el piso superior (cauce antiguo), la marcha la efectuamos en dirección contraria a la que veníamos, es decir, aguas abajo. Enseguida encontraremos una galería, la Galería Superior, de unos 8 m de ancho, 40 de longitud y 2 de altura. Desemboca en la sala Bancobao, de 20 m de larga y 7-8 m de altura, presentando desniveles bruscos y donde al final aparecen orificios de comunicación con el cauce actual. En el extremo NE de esta sala aparece una gatera de 32 m de recorrido que conduce a la Sala Cavanilles. Esta sala mide unos 15 m. El acceso se realiza a través de unos bloques situados en el cauce antiguo, denominándose este paso, el Puente del Diablo.
En la sala Bancobao, al NE, aparece la galería Media de 40 m de largo con varios pozos de comunicación con el cauce actual.
Siguiendo con el recorrido actual, aguas arriba, encontramos un nuevo tramo más ancho, de unos 5-7 m. El cauce en este momento está en la parte derecha, siendo de 3 m de ancho. A continuación encontramos la Sala del Desplome, de 30 m de longitud y hasta 8 m de ancho con una altura que puede alcanzar los 10 m.
La parte final de este tramo se inicia a la izquierda de la sala del Desplome, en base a la pendiente. Aquí aparece un pozo entre los diferentes cantos, si descendemos por él unos 3-4 m aparece una gatera que conduce a un laminador de 7 m de largo, 3’5 de ancho y menos de 1 m de altura. A continuación existen unos 80 m con formas más juveniles, cambios bruscos de dirección, techos mucho más bajos, galerías estrechas, cauce irregular y pequeños sifones. Este tramo finaliza en una pequeña galería donde se sitúa el sifón inicial. A lo largo de todo el tramo se detectan numerosas surgencias de agua dulce.
b) Tramo inferior.
Comienza con un recorrido de 64 m con numerosos bloques y varios desniveles bruscos descendientes siendo el más importante una pequeña cascada de 2 m. El cauce en esta parte del Túnel suele ocupar la totalidad de la cavidad. Finaliza en la Sala del Salto, donde está la cascada. Sigue un tramo de 90 m donde se observa claramente la alternancia de la erosión y la sedimentación.
Tras esta parte, se encuentran dos sifones importantes. El primero, el Sifón Sospedra, de 2 m de longitud y un estrechamiento máximo de 50 cm, por donde hay que pasar para llegar a una pequeña sala, la Sala CEV de 2 m de ancha, 5 de larga y 2 de alta, parcialmente inundada, que concluye en el Sifón de Agost, de 3 m de largo, con un nivel de agua de unos 50 cm y desemboca en un corredor largo.
Pasados los dos sifones se llega al Corredor Donderis de 65 m con tres caídas principales en él, de 2, 3 y 4 m y numerosos embalses de escasa profundidad. Continúa con una cascada de 23 m, la Cascada de Llopis, que comunica con la sala SAR de unos 20 m, a la que sigue otro desnivel de 10 m, continuando por una galería de 150 m que conduce a la Sala Vilanova y Piera de grandes dimensiones (75x30x20 m), que se estrecha al final en un corredor de 15 m de largo y 25 de alto, la Sala GESBE, de aquí a la Sala CEV Valencia que prosigue por un estrecho pasillo que finaliza en el Sifón Terminal donde se ha explorado unos 40 m sin haberlo rebasado. ”.
Por lo que a la vegetación se refiere, contrasta la que presenta la Corda del Castell y Campello, con una considerable presencia de coscojares y pinares –estos últimos en proceso de recuperación tras el incendio-, y la que puebla la zona de la Saladella, donde abunda un matojar con elementos yesíferos adaptados a las características del suelo. En la Penya de l’Aguila destaca la subunidad franxinetosum, y en el Barranc del Pou la aparición de abundantes helechos, detectándose asimismo, en las zonas más rocosas, abundante flora de carácter rupícola.
En algunas charcas de agua salada que se forman en el lecho del barranco de la Saladella, lo más singular es, tal vez, la presencia de un alga típica de zonas salobres como es la enteromorpha intestinalis. Asimismo, en la boca del túnel del Sumidor aparecen algunas especies de briofitos (musgos) de gran interés, como el eurynchium especiosum, fissidens taxifolius, rhynchostegiella tenella, trichostomus crispulum y eucladium verticilatum. Como fauna específica de la zona, destaca la presencia en el túnel de murciélagos trogloditas.
Dentro de esta área se encuentran las ruinas del castillo medieval de Vallada, asentado sobre un poblado de la edad del bronce, y existen abundantes yacimientos arqueológicos, sobretodo en las cuevas que horadan en gran número sus entrañas, pudiendo citarse la Cova Santa, la Cova del Cavall, les Covaches y la Cova del Carreter.
La zona de interés natural que delimita el entorno de la Saladella, Brolladors y la Corda del Castell, se configura como un espacio único desde el punto de vista geomorfológico, espeleológico y paisajístico.